Cruce de caminos

21 diciembre 2006

YSABEL

Miró una vez más al sillón, ahí estaba el vestido. Probablemente fuera el más bonito que había visto en su vida, de un blanco tan brillante que a ratos pensaba que dañaba la vista y se sentía tan hermosa con él… Pero la sola idea de volvérselo a poner la angustiaba pues sabía que el tiempo se le agotaba y que ese momento se acercaba y si no ponía remedio acabaría casada con ese bastardo, eternamente humillada e infeliz, sabiendo que su amor fue en busca de fortuna para poder estar con ella. No podía fallarle, tendría que hacerlo todo esa noche, antes de que llegara el alba o estaría sentenciada.

“Sólo hay una solución” –se dijo- “iré a verla, ella podrá protegerme y ayudarme”.

Poco después se escabulló por los establos, tomó silenciosamente un caballo y comenzó a alejarse de la casa sin poder evitar que una lágrima se le escapara al ir viendo como dejaba atrás todo lo que había sido hasta ese momento su vida.

19 diciembre 2006

CLAUDIA

La única luz, durante demasiados meses, había sido la del fuego crepitando en la chimenea. Los únicos sonidos, los susurros del viento y los sollozos callados. Ningún color adornado las paredes, ninguna fragancia entibiado el frío incienso. Ninguna risa se había escuchado desde el día en que llegó el mensajero con la funesta noticia: el señor había muerto.

Pero tras los pesados cortinajes de la muerte, la primavera pugnaba por volver al mundo. Y ella le iba a abrir, en ese preciso instante, de par en par las puertas.