09 marzo 2007

YSABEL

Cabalgó toda la noche, sin mirar atrás, intentando no pensar pues su cabeza no paraba de decirla que todo aquello era una locura aunque en su corazón sabía que estaba haciendo lo correcto. Cuando los primeros rayos de sol comenzaban a asomarse por el este decidió parar al lado de un arroyo para que su querida Aura pudiera descansar y beber algo de agua, ella se encontraba demasiado nerviosa como para lograr dormir, solo quería llegar y poder hablar con ella, decidió que era mejor no pensarlo y se dedicó a observar el paisaje, adoraba el efecto de aquella luz tenue que comenzaba a posarse. Mientras contemplaba su alrededor comenzó a recodar los últimos meses, la verdad es que todo parecía haberse precipitado tanto… Sus padres denegaron su matrimonio con Gabriel por la poca fortuna que el poseía por lo que él partió a buscarla, después sus padres aprovecharon para comprometerla con Felipe, que poseía una gran fortuna, y aunque al principio parecía que la trataba con el respeto debido a una Dama, poco a poco fue descubriendo como se dedicaba a cortejar a otras damas con las cuales mantenía muchas veces algo más que palabras… Y esas noticias se extendieron de tal forma que ella terminó sufriendo el escarnio de las jóvenes damas del pueblo que se ensañaban reprochándola el no esperar a Gabriel.
Sacudió la cabeza y decidió que era momento de continuar, no quería entretenerse en demasía, pues en cuanto sus padres descubrieran su desaparición comenzarían a buscarla, en cambio, si se encontraba en lugar seguro, jamás la encontrarían, pero estando en los caminos desiertos… todo era posible y solo de pensarlo un escalofrío recorría su espalda:
-“Vamos Aura, te prometo que cuando lleguemos dejaré que descanses varios días” –susurró mientras acariciaba su lomo y se impulsaba para subir. Cabalgó varias horas antes de divisar el castillo, una sonrisa asomó a su rostro:
“Venga pequeña, ya queda poco”- Animó a su fiel corcel.

Lo que Ysabel no se imaginaba era el rumbo que tomaría en ese momento su camino.