JUANA
- ¡¡¡HE DICHO QUE NO LO HARÉ, Y NO PIENSO HACERLO!!!
Los jarrones volaban por el cuarto de Juana chocando estrepitosamente con paredes, tapices, cuadros, y estallaban en mil pedazos. Los retratos de parientes lejanos (y la mayoría, muertos) lucían ahora manchas de agua sucia y trozos de cristal. Pronto la tomaría con los almohadones, las bandejas y en definitiva, con todo lo que estuviese en su habitación.
La noticia de su compromiso no había acompañado la alegría acostumbrada de estas ocasiones. No es que no quisiese a Alfonso. Le quería mucho porque habían crecido juntos. Aprendieron juntos a montar y a bailar, robaron manzanas de la cocina a los seis años y una yegua a los catorce, que fue recuperada con enfado por dos viejos amigos: sus padres.
Juana siempre tuvo la sospecha de que este momento llegaría, pero prefería no pensar en ello cuando Alfonso y ella perseguían conejos en el bosque más cercano a sus casas, e ignoraba la sonrisa complacida de su madre cada vez que le decía que se iban juntos a por nueces, mariposas, o cualquier otra cosa.
Pero el día llegó. Y cuando Juana se negó en rotundo a casarse con Alfonso su padre se enfadó muchísimo. Le recordó que no tenía derecho a cambiar, de ningún modo, los planes que habían hecho para ella, y Juana se pasó el resto de la noche destrozando su habitación y sin cenar. Al amanecer tomó su decisión. Y a la noche siguiente, cogió su caballo y se marchó.
Los jarrones volaban por el cuarto de Juana chocando estrepitosamente con paredes, tapices, cuadros, y estallaban en mil pedazos. Los retratos de parientes lejanos (y la mayoría, muertos) lucían ahora manchas de agua sucia y trozos de cristal. Pronto la tomaría con los almohadones, las bandejas y en definitiva, con todo lo que estuviese en su habitación.
La noticia de su compromiso no había acompañado la alegría acostumbrada de estas ocasiones. No es que no quisiese a Alfonso. Le quería mucho porque habían crecido juntos. Aprendieron juntos a montar y a bailar, robaron manzanas de la cocina a los seis años y una yegua a los catorce, que fue recuperada con enfado por dos viejos amigos: sus padres.
Juana siempre tuvo la sospecha de que este momento llegaría, pero prefería no pensar en ello cuando Alfonso y ella perseguían conejos en el bosque más cercano a sus casas, e ignoraba la sonrisa complacida de su madre cada vez que le decía que se iban juntos a por nueces, mariposas, o cualquier otra cosa.
Pero el día llegó. Y cuando Juana se negó en rotundo a casarse con Alfonso su padre se enfadó muchísimo. Le recordó que no tenía derecho a cambiar, de ningún modo, los planes que habían hecho para ella, y Juana se pasó el resto de la noche destrozando su habitación y sin cenar. Al amanecer tomó su decisión. Y a la noche siguiente, cogió su caballo y se marchó.
1 Comments:
Alfonso al dia siguiente supo de la partida de Juana, y en seguida comprendio su decision, la queria y la comprendio. Por eso decidio ir tras ella.
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